Sin entrar en discusiones históricas, tomando como base lo expuesto por algunos historiadores, se fija la fecha de la fundación de la Ermita del Espinar, en Aguada, en el año 1525, fundación realizada por los Padres franciscanos. La Ermita fue destruida en el año 1529, en un ataque de los indios caribes, muriendo cinco de los ocho frailes franciscanos. En el año 1600 volvieron los padres franciscanos a erigir de nuevo la Ermita en el mismo lugar que la anterior.
De la Ermita del Espinar habla Fray Íñigo Abbad al describir las rogativas que se hicieron en la Ermita de Nuestra Señora del Espinar dos días antes del ciclón que azotó a Puerto Rico el día 28 de agosto del año de 1772.
No hay una fecha exacta de cuándo los Padres Franciscanos abandonaron la Ermita, pero ya en el año 1857 el obispo Gil y Esteves mandó que se reparara la Ermita del Espinar y al año siguiente el Cura de Aguada, don José Ma. de la Seda daba cuenta al obispo de dicha reparación. El “Don” dado al cura de Aguada denota que era un sacerdote diocesano y no un religioso. En el año 1867, el obispo Carrión ordenó que no se celebrara la fiesta de la Inmaculada en la Ermita debido a que las romerías que se realizaban ese día a la Ermita se habían convertido en desorden. Desde ese momento la Ermita fue descuidada y el 28 de septiembre del año de 1867 fueron trasladados el altar e imágenes de la Ermita a la Iglesia Parroquial de la Aguada, entrando desde ese momento la Ermita en un periodo de olvido y ruina.
En el año 1967 —cien años después— el obispo Alfredo Méndez, obispo de Arecibo a cuya jurisdicción eclesiástica pertenecía la Ermita, envió a un sacerdote al Bo. de Espinar —Mons. José Torres, q.e.p.d.— con la misión de levantar una réplica de la Antigua Ermita del Espinar, dejando las actuales ruinas como un monumento de recordación. El proyecto no se llevó a cabo y Mons. José Torres se trasladó a Moca, siendo sustituido por el P. Francisco Cardona, q.e.p.d. En el año de 1971, la Ermita fue constituida en Parroquia junto con los Barrios de Palmar de Aguadilla y Tablonar de Aguada. En el año 1974 fue nombrado párroco el P. Roberto Soler Dellundé. En el año 1976, comenzó a pertenecer a la nueva Diócesis de Mayagüez.
No puede dejarse de mencionar que en los primeros impulsos para la restauración de la Ermita estuvieron presentes los Caballeros de Colón a nivel Insular.
Desde el punto de vista arquitectónico, las ruinas de la Ermita, que se encuentran dentro de la estructura actual, no tienen el valor ni la riqueza de otras estructuras de iglesias coloniales. Pero desde el punto de vista histórico y eclesial tienen el valor de ser un signo visible de la historia de nuestro pueblo. Es el punto principal desde donde se ha extendido la fe a todo el oeste de nuestra isla, grita al presente la perennidad de nuestra Iglesia, lo fecundo del trabajo misionero y las raíces de nuestra catolicidad.
Actualmente, la Ermita acoge a una familia parroquial no muy numerosa, pero sí ferviente y comprometida, al mismo tiempo que recibe a los peregrinos que de distintas partes de la Isla nos visitan. La creación de la Ermita como parroquia ha permitido que la Ermita siga siendo un MONUMENTO DE LA HISTORIA ECLESIAL DE PUERTO RICO y al mismo tiempo UNA IGLESIA VIVA, síntesis del pasado y del presente, esperanza y acicate para el futuro.
Las ruinas de la Ermita fueron resguardadas por una construcción tipo galpón – una estructura de hierro y paredes de bloque, con ventanas llamadas “Miami”. Desde el año 1984 se comenzó la restauración de esta estructura en distintas etapas:
• La primera etapa consistió en remover el piso de la Ermita y volverlo a poner de ladrillo. Se quitaron de la pared frontal unos ventanales que no correspondía a la estructura de la Ermita y en su lugar se construyeron dos nichos cóncavos donde se colocaron la imagen de la Inmaculada en uno de ellos y en el otro la imagen de San Francisco.
• En la segunda etapa se removieron las ventanas tipo “Miami” y en su lugar se pusieron ventanas de madera estilo colonial. En esta etapa se pusieron las Estaciones del Vía crucis talladas en madera.
• En la tercera etapa se cambió por completo la fachada de la Ermita, llevándola en lo posible a que reflejara la fachada de la primera construcción. También se edificaron dos pequeños claustros. Uno de ellos termina en la Capilla del Santísimo, la cual tiene también comunicación con el interior de la Ermita.
• La cuarta etapa consistirá en cubrir el techo interiormente con falsas vigas de madera y tabloncillo. Por fuera con tejas.