Muy unido al Tribunal Diocesano y dirigido por el Promotor de Justicia, se encuentra el Programa de Ética e Integridad de la Diócesis de Mayagüez. Programa que tiene como meta, promover y garantizar ambientes y entornos donde todas las personas que se acercan a nuestras comunidades parroquiales e instituciones diocesanas sean y se sientan respetados y seguros en su integridad personal y dignidad humana, como hijas e hijos de Dios, particularmente los menores de edad o adultos que son vulnerables por razón de edad o incapacidad física o mental. El programa está orientado a educar a los miembros, del clero, a los fieles de las comunidades parroquiales y al personal de las instituciones diocesanas, acerca de las normas de conducta a seguirse en cargos, tareas, ministerios, apostolados o pastorales dirigidas a menores de edad y adultos vulnerables de modo que como Iglesia podamos garantizar a todos unos ambientes seguros, libres de abusos, acosos o agresiones sexuales. La metodología usada para lograr el objetivo educacional del programa es mediante talleres o charlas en los que se da énfasis:
Conocer y exhibir conductas que promueven el respeto y la protección de menores de edad y adultos vulnerables.
La vigilancia como método de prevención.
La importancia de estar dispuesto de hacer las denuncias pertinentes cuando se sospeche o se adviene al conocimiento que las normas de conductas, según consignadas en el programa han sido violadas o se sospeche o se adviene al conocimiento que se ha cometido un crimen de abuso sexual contra un menor o adulto vulnerable por parte de un miembro del clero, agente de pastoral o personal de la Iglesia.
La asistencia a los Talleres del Programa de Ética e Integridad de la Diócesis de Mayagüez son un requisito compulsorio para todo el clero diocesano, religiosos y religiosas, agentes de pastoral laicos y personal de las instituciones diocesanas que, en el ejercicio de su ministerio, apostolado o cargo, el mismo, esté dirigido o que interactúe habitualmente con menores de edad o adultos vulnerables. En adición, es requisito compulsorio del programa que, subsiguientemente, cada tres años, los previamente mencionados sean recertificados para poder continuar interactuando con los menores de edad y adultos vulnerables que se acercan y son parte de la iglesia diocesana.